“Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado”. (Ezequiel 47:5).
Así como un nadador se sumerge en aguas profundas para explorar lo desconocido, también nosotros debemos sumergirnos en la presencia de Dios para descubrir sendas de vida y experimentar una profunda alegría. Al adentrarnos en las aguas de Su gracia y amor, encontramos refugio y consuelo en medio de las dificultades. Nuestra fe se fortalece y nuestra esperanza se renueva al saber que Dios está con nosotros en cada paso del camino. Sumergidos en aguas profundas de comunión con Él, descubrimos un propósito y dirección para nuestra vida, y somos transformados para vivir una vida plena y significativa.
🙏 Oración:
Querido Dios, anhelo sumergirme en aguas profundas de tu presencia y amor. Lléname de tu sabiduría y fortaleza para enfrentar las pruebas de la vida. Que tu presencia me guíe y llene de alegría en medio de cualquier circunstancia. Ayúdame a descubrir las sendas de vida que tienes preparadas para mí. Que mi vida refleje tu amor y gracia, y que otros sean atraídos a ti a través de mi testimonio. Gracias por tu guía y protección. En el nombre de Jesús, amén.
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