Y entregó el presente a Eglón rey de Moab; y era Eglón hombre muy grueso. Y luego que hubo entregado el presente, despidió a la gente que lo había traído. Mas él se volvió desde los ídolos que están en Gilgal, y dijo: Rey, una palabra secreta tengo que decirte. Él entonces dijo: Calla. Y salieron de delante de él todos los que con él estaban. – Jueces 3:17-19)
En el vasto y
significativo relato de la Biblia, a menudo nos encontramos con personajes
fascinantes que ofrecen lecciones profundas. Uno de estos personajes
es el Rey Eglón, un monarca mencionado en el Libro de Jueces (Jueces 3:17-19),
que es notable no solo por su posición de liderazgo, sino también por una
característica física inusual que se destaca en algunos pasajes bíblicos: su
abundancia de peso.
El relato bíblico
sobre el Rey Eglón se encuentra en el contexto del ciclo de jueces, un período
en la historia de Israel en el que líderes carismáticos, conocidos como jueces,
guiaban al pueblo elegido de Dios. Eglón, el rey de Moab, había sometido a los
israelitas durante 18 años debido a su rebelión contra Dios.
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Los israelitas
volvieron la mirada y clamaron a Dios, y él les dio un libertador; Aod, que
tras una estrategia llega al rey de los moabitas y lo asesina, luego, los
israelitas derrotaron al ejército de Moab, y Moab quedó sometida a Israel.
“Y se le acercó
Aod, estando él sentado solo en su sala de verano. Y Aod dijo: Tengo palabra de
Dios para ti. Él entonces se levantó de la silla. Entonces alargó Aod su mano
izquierda, y tomó el puñal de su lado derecho, y se lo metió por el vientre, de
tal manera que la empuñadura entró también tras la hoja, y la gordura cubrió la
hoja, porque no sacó el puñal de su vientre; y salió el estiércol. Y salió Aod
al corredor, y cerró tras sí las puertas de la sala y las aseguró con el
cerrojo”. - Jueces 3:20-23