En Mateo 8:22,
Jesús le dice a un hombre que quiere seguirlo: “Sígueme; deja que los muertos
entierren a sus muertos.” Esta frase puede sonar dura a primera vista, pero al
meditarla, descubrimos que está cargada de profundidad espiritual y una
enseñanza transformadora.
Jesús no está
menospreciando el amor por la familia o las responsabilidades humanas, sino que
nos llama a entender las prioridades del Reino de Dios. Cuando dice “dejad que
los muertos entierren a sus muertos”, nos invita a distinguir entre la vida
espiritual y la vida puramente terrenal. Aquellos que están espiritualmente
“muertos”, es decir, desconectados de Dios, pueden atender asuntos temporales,
mientras que los que han recibido el llamado de Cristo deben enfocarse en las
cosas eternas.
¿Qué significa para nosotros hoy?
El llamado de Cristo requiere prioridad absoluta. Seguir a Jesús es más que una decisión; es una entrega total. Nos llama a ponerlo por encima de cualquier cosa, incluso de las tradiciones culturales, familiares o sociales. Esto no significa abandonar responsabilidades, sino poner en primer lugar la misión del Reino.
Vida espiritual sobre vida terrenal.
Hay personas que,
aunque vivan físicamente, están “muertas” espiritualmente porque están
separadas de la verdad de Dios. Nuestro enfoque debe ser vivir una vida que
refleje la luz de Cristo y no perdernos en lo pasajero.
Un desafío a nuestro corazón.
Jesús nos pregunta:
¿Qué estás dispuesto a dejar para seguirme? Muchas veces nuestras excusas para
no obedecer a Dios parecen razonables, pero Él nos recuerda que no hay excusa
válida cuando el llamado del Reino nos toca.
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¿Hay algo que estás
poniendo por encima del llamado de Cristo? A veces, podemos ser como ese hombre
que dudó en seguir a Jesús porque su corazón estaba atado a las
responsabilidades humanas. Hoy, Cristo nos llama a dejar atrás cualquier cosa
que nos impida caminar en la plenitud de Su propósito.
🙏 Oración
Señor, ayúdame a
comprender la profundidad de tu llamado. Enséñame a priorizarte sobre todas las
cosas y a vivir plenamente conectado contigo. Que mi vida sea un reflejo de tu
luz, y que nunca me aparte de tu propósito eterno. Amén.
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