Familia cristiana es asesinada en Guayaquil por oponerse a extorsión. El único sobreviviente fue el pequeño nieto de la familia

La madrugada del 28 de agosto de 2025, Sixto Vega Arana, su esposa Maricela y su hija Dayana fueron asesinados por negarse a pagar una extorsión. Hoy, su nieto de un año sobrevive bajo el cuidado de familiares y de la comunidad cristiana.





La violencia sigue manchando de dolor a Guayaquil. En la madrugada del jueves 28 de agosto de 2025, el barrio Flor de Bastión, al noroeste de la ciudad, se convirtió en escenario de una tragedia que sacude al Ecuador y al pueblo cristiano.


Sixto Vega Arana, funcionario municipal y líder respetado en su comunidad, su esposa Maricela Gómez Villegas y su hija Dayana Vega Gómez fueron brutalmente asesinados por un grupo armado luego de rechazar el pago de $50 000 exigidos por bandas criminales.


El único sobreviviente fue el pequeño nieto de la familia, de apenas un año, que ahora está bajo el cuidado de sus seres queridos y de una iglesia que se niega a dejarlo solo en medio de esta oscuridad.

 

Una madrugada que rompió el silencio


Los vecinos relatan que las ráfagas de disparos comenzaron alrededor de las 3:00 a.m. Los sicarios acribillaron la fachada de la vivienda y el vehículo familiar antes de irrumpir en el interior, desatando un baño de sangre. La Policía confirmó que el ataque estuvo relacionado con las extorsiones —conocidas como “vacunas”— que azotan a comerciantes, familias y templos cristianos de la zona.


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Pese al miedo y las amenazas, Sixto nunca ocultó su fe. Amigos y vecinos recuerdan cómo decía: Dios tiene el control de todo, aunque la tormenta sea fuerte. Su confianza en Cristo era inquebrantable, incluso cuando sabía que las amenazas aumentaban cada día.


Una comunidad que llora y ora


El dolor es palpable en Flor de Bastión. Durante el sepelio, hermanos en la fe se reunieron alrededor de los féretros para elevar cánticos, alabanzas y oraciones, recordando el legado de amor y generosidad que dejó la familia Vega.


“Siempre nos leía la Palabra de Cristo y nos daba consejo. Nos enseñaba a no temer, porque la fe en Jesús es más grande que cualquier miedo”, compartió entre lágrimas un vecino cercano.


En la zona, al menos cuatro congregaciones cristianas han sido víctimas de extorsiones en los últimos meses. Algunas han pagado por miedo a represalias; otras, como la familia Vega, se mantuvieron firmes en su decisión de no ceder, pagando con su vida el precio de la valentía y de la fidelidad.


Terror en aumento


Las bandas criminales continúan expandiendo el terror. Propiedades invadidas, amenazas constantes, jóvenes reclutados a la fuerza y familias que abandonan sus hogares se han convertido en el pan de cada día.


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A pesar de los operativos policiales y de la identificación de los presuntos responsables del asesinato, los habitantes de Flor de Bastión temen que denunciar signifique otra sentencia de muerte.


El barrio entero vive en alerta, con puertas cerradas y oraciones constantes. Sin embargo, en medio de la desesperación, los cristianos de la comunidad sostienen una verdad poderosa: la fe no muere, ni siquiera frente a las balas.


El legado de una fe inquebrantable


El caso de la familia Vega no solo es un grito de dolor, sino también un llamado a la unidad. Su vida, marcada por el servicio y el amor a Cristo, inspira a otros a no renunciar a su fe ni a sus valores en medio de la violencia que azota al país.


“Sixto, Maricela y Dayana nos dejaron el ejemplo de que la luz de Cristo brilla más fuerte cuando la oscuridad es más densa”, dijo el pastor de su congregación durante el homenaje póstumo.


Un llamado a la oración y la acción


Hoy, más que nunca, el pueblo cristiano se une para clamar por justicia, consuelo y protección.


Te invitamos a levantar una oración por esta familia y por todas las comunidades que sufren el flagelo de la violencia. Pide a Dios fortaleza para los que quedaron, justicia para los inocentes y paz para Ecuador.


“Jehová es mi roca y mi fortaleza, y mi libertador; mi Dios, mi fortaleza, en él confiaré” (Salmos 18:2).


Que el sacrificio de la familia Vega nos inspire a ser luz en medio de la oscuridad, a no callar ante la injusticia y a apoyar con acciones concretas a quienes más lo necesitan.



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