Puertas Abiertas. Fady ha sido
asesinado violentamente por su compañero de trabajo; su familia ora por
justicia y redención para este extremista musulmán.
Un día que quedaría
grabado en el tejido mismo del tiempo, el 15 de mayo de 2023, la rutina de Fady
en su trabajo comenzó como cualquier otro. El sol radiante acariciaba el
horizonte, y él, con su habilidad como arquitecto, se sumergió en su labor en
la empresa de construcción que había sido su hogar desde 2017. Un corazón lleno
de optimismo y respeto, Fady irradiaba la actitud positiva que todos admiraban
en él.
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En esa misma
mañana, en un rincón de la empresa, Mohammed se preparaba para enfrentar un día
más en su nueva función como conductor de excavadora. Proveniente de una
comunidad nómada local, apenas llevaba diez días en su nuevo papel. Los
destinos de Fady y Mohammed parecían predestinados a cruzarse, aunque el velo
del tiempo aún ocultaba el amargo giro que se avecinaba.
Mundos que
coexistían sin saberlo, dos almas que compartían los mismos pasillos pero que
aún no se habían cruzado en palabras. Sin embargo, al caer la tarde, el abismo
de la tragedia los uniría de la manera más dolorosa e incomprensible. Mohammed,
en un acto de odio que eclipsó toda razón, arrebató la vida de Fady. El brillo
de la mañana se convirtió en sombras profundas, y la vida se volvió un desfile
de preguntas sin respuesta.
El odio, como un viento helado
Este odio se apoderó del corazón de Mohammed. Sus creencias lo llevaron por un oscuro camino, donde el amor al prójimo quedó eclipsado por la irracionalidad del prejuicio. La maquinaria de odio que Mohammed había permitido que creciera en su interior cobró vida, y en un instante, la vida de Fady fue arrebatada de forma brutal.
Fady, valiente
hasta el último aliento, intentó escapar del embate de la excavadora, pero la
sombra de la tragedia ya estaba tejida demasiado profundo. La máquina
implacable lo persiguió hasta que la luz de su vida se apagó en un acto de
violencia que desafía toda lógica humana.
Una escena de caos y desesperación
Los gritos de los compañeros y el clamor de los vigilantes
de seguridad se fusionaron en un coro de impotencia. La imposibilidad de
detener el avance de la excavadora dejó a todos atónitos, presenciando una
tragedia que desafiaba toda comprensión.
La confesión de
Mohammed fue como un rayo de oscuridad que opacó el lugar: «Lo maté porque era
cristiano», sus palabras resonaron en la sala de interrogatorios. Un grito de
odio que resonó con la fuerza de un terremoto, sacudiendo los cimientos de la
comprensión humana. Su odio tenía un rostro, y ese rostro era Fady, un joven
que amaba a Dios y a su comunidad.
Gracia divina en medio de la oscuridad
Pronto se extendieron por los titulares de los medios la horrible noticia, y el tiempo comenzó a
desvanecer la memoria de Fady. Sin embargo, en el corazón de su familia, el
dolor seguía ardiendo como un fuego inextinguible. El brillo de su sonrisa, la
dedicación a su fe y la promesa de un futuro brillante, todo quedó atrás en un
instante cruel.
En medio del duelo,
un asombroso acto de gracia emerge como un faro en la oscuridad. La familia de
Fady, en su dolor, elige perdonar a Mohammed y clamar por su transformación.
Esta elección trasciende la comprensión humana, un ejemplo impactante de la
capacidad humana para abrazar la esperanza incluso en el abismo de la pérdida.
A medida que la
historia se despliega, un llamado resuena en la distancia. La justicia parece
elusiva, y la esperanza parece frágil ante la sombra del odio. Pero en medio de
la incertidumbre, las palabras de fe del Salmo 94 se erigen como un
recordatorio de que hay un Juez de la tierra que finalmente prevalecerá.
La historia de Fady
es un recordatorio conmovedor de la fragilidad de la vida y la indomable
esperanza que yace en el corazón humano. Aunque las lágrimas caigan y las
preguntas queden sin respuesta, hay una certeza en la fe: que un día, todas las
heridas serán sanadas y cada lágrima será enjugada por manos amorosas.
En el oscuro túnel
de la pérdida, la familia de Fady brilla como un faro de amor y perdón. Aunque
el mundo pueda olvidar a Fady, su memoria vive en cada sonrisa, cada oración y
cada acto de amor. Y mientras el sol se pone en el horizonte de esta historia
trágica, la fe en un futuro mejor permanece como un faro de luz, guiando a
aquellos que eligen el camino del amor y la esperanza.
¡Oremos por la familia de Fady y por todos nuestros hermanos que sufren persecución por su fe en Cristo!
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