La renuncia de Sheikh Hasina: un levantamiento popular liderado por jóvenes y una crisis que transformó a una nación.
Noticias. La primera ministra Sheikh Hasina, quien había gobernado Bangladesh desde enero de 2009, renunció al mediodía de este lunes y huyó hacia la vecina India en un helicóptero militar. Este suceso marca el fin de un capítulo turbulento en la historia del país, desencadenado por un levantamiento popular que exigía justicia y reformas.
Sheikh Hasina, después de más de una década en el poder, se vio obligada a dimitir debido a una ola de protestas que estallaron en julio pasado, protagonizadas principalmente por jóvenes estudiantes. Estos jóvenes exigían la derogación de una ley que establecía cuotas para la asignación de empleos en la Administración Pública, un sistema percibido como injusto y discriminatorio.
Las manifestaciones fueron brutalmente reprimidas por las autoridades, resultando en al menos 300 muertos, de los cuales 90 se registraron solo este domingo, según informó la agencia AFP. La represión solo sirvió para avivar la llama de la disidencia, transformando las protestas estudiantiles en un movimiento antigubernamental más amplio, que atrajo a personas de todos los ámbitos de la vida en Bangladesh.
Incluso tras la salida de Hasina, el país no encontró la paz de inmediato. Escenas de vandalismo y saqueos se reportaron en varias regiones. Testigos presenciales informaron que una turba de personas ingresó a la residencia oficial del primer ministro y la vandalizó, llevándose objetos y destruyendo propiedades.
La ira de los manifestantes no se limitó a la figura de Hasina. En un acto simbólico de rechazo, una estatua en honor al padre de la exmandataria, ubicada en la capital, fue derribada.
Las protestas inicialmente pacíficas, encabezadas por estudiantes universitarios que demandaban la abolición de una ley que reservaba un tercio de los puestos de trabajo públicos para familiares de veteranos de la guerra de independencia de 1971, se transformaron en un clamor nacional por justicia y reforma. Con alrededor de 18 millones de jóvenes bangladesíes buscando empleo, la situación se volvió insostenible, y la represión violenta solo agravó la crisis.
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El final del mandato de Sheikh Hasina es un recordatorio poderoso de que la voz del pueblo, especialmente la de los jóvenes, no puede ser ignorada. Aunque Bangladesh enfrenta un camino incierto hacia la estabilidad, la determinación y el valor de sus ciudadanos ofrecen una esperanza renovada para el futuro. La nación clama por un liderazgo justo y transparente, y este levantamiento popular puede ser el catalizador para un cambio significativo en la historia del país.
Con información de BBC.
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