Una ola de incendios en iglesias ha sacudido a Nueva Zelanda, dejando a la comunidad cristiana en estado de alerta y oración.
El dolor y la incertidumbre se han apoderado de la comunidad cristiana en Nueva Zelanda tras un ataque incendiario contra siete iglesias en la región de Wairarapa. En la madrugada del sábado, cuatro de estos templos sufrieron daños significativos, mientras que en otros tres se encontraron evidencias de intento de incendio. Aunque nadie resultó herido, el impacto emocional ha sido profundo.
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Las llamas comenzaron alrededor de las 4:30 a.m., hora local, en la ciudad de Masterton, ubicada al norte de Wellington. La Iglesia Anglicana de la Epifanía, la Iglesia Católica de San Patricio, la Iglesia Bautista de Masterton y la Iglesia Equippers fueron las más afectadas, con ventanas rotas, sillas calcinadas y tapizados reducidos a cenizas. Los equipos de emergencia lograron extinguir el fuego antes de que se extendiera a otras estructuras, pero la sensación de vulnerabilidad persiste.
El alcalde de Masterton, Gary Caffell, expresó su consternación ante estos ataques inesperados, calificándolos como un golpe duro para la comunidad. "Uno simplemente no espera que algo así suceda, y menos en un lugar como este", dijo.
Mientras tanto, la policía ha iniciado una investigación y ha pedido a los ciudadanos que aporten información. En redes sociales circula un video de un hombre atribuyéndose la responsabilidad de los ataques y expresando posturas antirreligiosas y antimonárquicas. Las autoridades han reforzado la seguridad en la zona y realizan patrullajes preventivos en ciudades cercanas como Featherston y Carterton.
Este ataque no es un caso aislado. En los últimos años, las iglesias y otros lugares de culto en Nueva Zelanda han sido víctimas de incendios provocados. En 2019, el país vivió uno de los peores episodios de violencia religiosa cuando 51 personas murieron en tiroteos en mezquitas de Christchurch. Ahora, la preocupación crece ante la posibilidad de que la intolerancia vuelva a desencadenar actos violentos.
Ante esta situación, la comunidad cristiana de Nueva Zelanda se mantiene firme en la fe, orando por protección y fortaleza. Como creyentes, sabemos que la Iglesia de Cristo no se define por edificios, sino por el corazón de quienes la conforman. Oremos por nuestros hermanos en Nueva Zelanda, por las autoridades que investigan estos hechos y por quienes cometen tales actos, para que encuentren en Dios la verdadera paz y restauración.
"En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33).
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