Una nueva era espiritual en Washington: líderes cristianos toman un rol clave en la defensa de la fe
Fox News.
¿Es posible que un país vuelva a Dios desde el centro del
poder político? Para muchos, esta podría ser la oportunidad más grande en
décadas.
Cuando Donald Trump inauguró la Oficina de Fe de la Casa
Blanca, no solo cumplía una promesa de campaña, sino que abría una puerta
poderosa: la de que Estados Unidos se reconectara con sus raíces espirituales. En
un tiempo de tensiones, odio ideológico y ataques a la libertad religiosa, esta
iniciativa busca unificar al país a través de lo que por mucho tiempo fue su
columna vertebral: la fe en Dios.
Un llamado que no se puede rechazar
Paula White-Cain, pastora y asesora espiritual de larga
trayectoria, y Jenny Korn, directora de la Oficina, fueron elegidas
personalmente por Trump. Ambas coinciden: no era una oferta, era un llamado
divino.
“Estaría equivocada, incluso pecando, si no aceptara esta misión”, afirmó White-Cain. “Sin Dios y sin fe, somos un pueblo perdido”.
Korn, por su parte, es clara: la libertad religiosa en
Estados Unidos está siendo vulnerada y necesita defensa urgente. “Miles de
historias nos lo confirman. Esta oficina existe para asegurar que eso no siga
pasando”, declaró.
Fe, oración y unidad desde el corazón del poder
La Oficina de Fe fue formalizada mediante una orden
ejecutiva. Su propósito es claro: fortalecer a las familias, apoyar a las
iglesias y proteger la libertad de adorar sin temor. Además, trabaja contra la
discriminación anticristiana y el antisemitismo, con acciones firmes desde el
gobierno federal.
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La Fiscal General Pam Bondi dirige un grupo de trabajo dedicado a erradicar el odio y la violencia por motivos religiosos. Recientemente, Trump suspendió fondos millonarios a universidades que permitieron protestas antisemitas sin control, como Columbia y Barnard College. “No se tolerará más el odio ni el temor impuesto a los creyentes”, aseguró Bondi. “El presidente Trump está marcando la diferencia”.
Una misión que traspasa fronteras
La persecución cristiana fuera de EE.UU. también está en
la mira. Con 1 de cada 7 cristianos perseguidos en el mundo, la Oficina de Fe
trabaja junto a otros gobiernos para defender a los creyentes más vulnerables
en sus países.
Dentro del país, líderes religiosos de diversas denominaciones han sido invitados al Despacho Oval. Allí no solo se discuten políticas, sino que se ora por la nación y por el presidente. “Muchas veces ni hay reunión oficial, solo oración. Le impongo las manos y oro la Palabra sobre él”, compartió White-Cain.
Un llamado a todos los creyentes de la nación
Esta iniciativa no distingue entre partidos políticos. Korn lo dice claramente: “No preguntamos si eres republicano o demócrata. Si eres una persona de fe, queremos que tengas voz”.
Más allá de las ideologías, la meta es una sola: volver al principio, a la verdad sencilla escrita en cada dólar estadounidense: “En Dios confiamos”.
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Hoy, en medio de una generación herida, dividida y
saturada de ruido, una pequeña oficina en el Ala Oeste está recordándole a
América que la oración sigue siendo más poderosa que cualquier política.
Puede que no todos estén de acuerdo con sus métodos, pero
lo que es innegable es que esta administración está dejando claro algo: La fe no será silenciada. No en esta generación. No mientras haya
quienes se atrevan a orar.
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