Carro bomba en Cali deja 6 muertos y 60 heridos: Unidos en oración por Colombia

Cuando el dolor golpea la puerta, la fe se convierte en refugio y la oración en el lenguaje de la esperanza.




El jueves 21 de agosto de 2025, Cali vivió uno de sus días más oscuros. Un carro bomba explotó cerca de la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez, dejando un saldo doloroso: al menos seis vidas perdidas y más de 60 heridos, según los reportes oficiales.


El estruendo no solo se llevó ventanas y paredes; también destrozó la tranquilidad de familias que, por décadas, habían hecho de esos barrios un hogar. “Se nos metió la guerra hasta la sala de la casa”, dijo con voz quebrada un vecino que aún no puede olvidar el rugido de la explosión y el silencio que quedó después.

 

El miedo recorrió las calles de La Base y Villa Colombia, mientras el sonido de sirenas y helicópteros rompía el silencio de la noche. Familias corrieron a resguardarse, madres abrazaron a sus hijos con fuerza y vecinos se refugiaron unos en otros, en medio de la incertidumbre.

 

Pero incluso en medio del caos, una chispa de esperanza comenzó a encenderse. Hombres y mujeres se unieron para ayudar a los más vulnerables; vecinos limpiaron escombros con sus propias manos, y la oración se convirtió en un clamor colectivo, elevando a Dios cada lágrima y cada temor.

 

Hoy, mientras las autoridades ofrecen 400 millones de pesos por información que lleve a los responsables, la ciudad se arrodilla, no con miedo, sino con fe. Porque en medio de la oscuridad, recordamos las palabras del salmista: “Cuando temo, en ti confío” (Salmo 56:3).

 

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Hoy Cali llora… pero no se rinde. Llora por las vidas que ya no están, por los heridos que luchan por recuperarse y por el miedo que intentó sembrar el terror. Pero también abraza la promesa de un Dios que nunca abandona a su pueblo.

 

Que este sea el momento de unirnos en oración, de encender una vela por nuestra ciudad y de clamar juntos: Señor, cúbrenos con tu paz, sana nuestras heridas y haz que el bien siempre sea más fuerte que el mal.

 

Porque donde la violencia sembró dolor, la fe y el amor de Cristo seguirán floreciendo.