En 1880, un médico
alemán que trabajaba en Perú recibió el recado de que lo necesitaban en una
familia que vivía en las montañas. La esposa de un uno de los indios peruanos
estaba muy enferma y se temía por su vida.
El Dr. Kart Weiner
fue llevado a la aldea de la mujer y allí usó todo su conocimiento médico para
salvar su vida. Tan pronto como se estabilizó, el médico emprendió viaje de
regreso al valle. El agradecido esposo le sirvió de guía a través de los pasos
más difíciles.
Cuando llegaron a un estrecho saliente, el indio se apartó del camino. El Dr. Weiner lo siguió. Entraron en una abertura de la pared rocosa y cuando estuvieron de pie, el doctor miró a su alrededor lleno de asombro.
— ¿Dónde estamos? —preguntó—. ¿En una mina de plata?
— Sí —respondió el
indio—. En pago por haber salvado a mi esposa, llévese tanta plata como pueda.
El doctor tomó un
buen pedazo de mena de plata y, presa de la curiosidad, preguntó:
—¿En la aldea saben de la existencia de esta mina?
—No —respondió el
indio—. La riqueza solo trae problemas. Quiero que mi gente sea feliz. Usted no
podrá encontrar otra vez esta mina, por eso sé que con usted mi secreto está
seguro.
Hasta el momento,
la mina nunca ha sido encontrada. Pero el pedazo de mena del doctor está
expuesto en el Museo de Historia Natural de Viena, en Austria.
El indio era un
hombre sabio. Es agradable tener dinero suficiente para pagar las facturas,
pero la riqueza no trae la felicidad. La felicidad es una actitud, no una
cuenta de ahorros.
No me des pobreza ni riquezas, sino solo el pan de cada día. —Proverbios 30:8
No busques la
manera de hacerte rico. Busca las oportunidades de disfrutar lo que ya tienes.
La vida está llena
de decisiones y elecciones, y una de las más importantes es cómo medimos el
valor y la felicidad. En un mundo obsesionado con la riqueza y el éxito, es
fácil dejarse llevar por la idea de que más dinero y poder significa más
felicidad.
Pero como
cristianos, nuestra fe nos llama a recordar que la verdadera riqueza no se
encuentra en las cosas materiales, sino en las relaciones significativas, la
conexión espiritual y la alegría en las cosas simples de la vida. Jesús dijo:
"No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido
destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí
tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones
se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu
corazón." (Mateo 6:19-21).
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El verdadero tesoro
de la vida es encontrar la felicidad y la paz en nuestra conexión con Dios y
con los demás, y en nuestro propósito y significado en la vida. En lugar de
buscar la riqueza y el éxito a toda costa, debemos buscar oportunidades para
amar, servir y hacer una diferencia en el mundo. Debemos ser agradecidos por lo
que tenemos, y encontrar alegría en las pequeñas cosas de la vida.
La vida puede ser
difícil, y la búsqueda de la felicidad a menudo parece esquiva. Pero como
cristianos, sabemos que la verdadera felicidad no se encuentra en las cosas
materiales, sino en la presencia de Dios y en nuestra conexión con los demás.
Sigamos buscando el verdadero tesoro de la vida, y confiando en que Dios nos
guiará en nuestro camino.
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