El dolor se apodera de una comunidad que fue atacada mientras velaban a un anciano. Claman por justicia y protección.
La sangre volvió a
correr en tierras nigerianas. En la noche del 27 de marzo, una comunidad
cristiana en el estado de Plateau fue golpeada por el horror: extremistas
asesinaron a 11 personas en la aldea Ruwi B2, mientras la comunidad rendía
homenaje a un hombre de 87 años que había fallecido.
Entre las víctimas,
una mujer embarazada, su esposo y una niña de tan solo 10 años. El ataque,
brutal y despiadado, duró 45 minutos, dejando no solo cuerpos, sino también
corazones destrozados.
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“Nos atacaron de
repente, con armas, mientras estábamos reunidos. Perdimos 11 vidas valiosas”,
expresó Tajot Stephen Alexander, un residente que aún intenta procesar la
tragedia. La comunidad, compuesta principalmente por agricultores cristianos,
vive ahora con el alma en vilo, marcada por el miedo y el duelo.
¿Dónde estaban las autoridades?
Lo más doloroso no
fue solo el ataque… sino que ya había advertencias de posibles hechos violentos
durante la Cuaresma. Aun así, el ejército nigeriano y la Operación Refugio
Seguro, que supuestamente custodiaban la zona, no actuaron a tiempo.
Amnistía
Internacional Nigeria fue tajante: “La inacción de las autoridades ha dejado a
la gente expuesta a la violencia”.
El gobernador del
estado de Plateau, Caleb Manasseh Mutfwang, calificó el hecho como un “acto
bárbaro contra vidas inocentes” y aseguró que trabajará incansablemente para
que los responsables sean llevados ante la justicia. Su promesa: “Mejorar la
seguridad en todo el estado”.
¿Hasta cuándo,
Señor?
Nigeria ocupa el
séptimo lugar en la Lista Mundial de Vigilancia 2025 como uno de los países más
peligrosos para ser cristiano. Y lo que pasó en Ruwi B2 no es un caso aislado.
Es el reflejo del abandono que sufren miles de creyentes que solo desean vivir
en paz, trabajar sus tierras y adorar a Dios.
Hoy, esta comunidad llora a sus muertos. Pero también alza la voz, pidiendo lo que todo ser humano merece: vida, fe y dignidad sin miedo.
Sigamos orando por
Nigeria. Que Dios consuele a los que lloran y levante, defensores que no callen
ante la injusticia. Porque, aunque el mundo olvide, el cielo nunca es
indiferente al clamor de los justos.
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