Cristianos en medio de la guerra en Sudán: Iglesias bombardeadas y creyentes atrapados en un conflicto sin salida

Mientras la guerra arrasa Sudán, al menos cien iglesias han sido atacadas y los cristianos enfrentan persecución, hambre y abandono. La fe se mantiene viva entre escombros, balas y campos de desplazados.

 


Noticias Cristianas. Guerra, ruinas y fe: el rostro olvidado del sufrimiento en Sudán. En un país donde la guerra ha roto todo —familias, ciudades, esperanza— los cristianos no solo enfrentan el mismo dolor que el resto del pueblo sudanés, sino que cargan con una cruz aún más pesada: ser perseguidos por su fe.


Desde el inicio del conflicto armado en Sudán, más de once millones de personas han sido desplazadas de sus hogares, lo que ha llevado al país a la peor crisis de desplazamiento interno del mundo, según Naciones Unidas. Sin embargo, en medio del caos, hay una historia que pocos quieren contar: la de los cristianos, una minoría silenciada, bombardeada y desplazada incluso de sus templos.

 

“Si hay una iglesia en la zona, será bombardeada”

 

Lo cuenta con voz firme Rafat Samit, líder de la iglesia evangélica en Sudán: “La iglesia siempre es bombardeada por ambos bandos. Si está en medio del conflicto, será atacada”. Y no es una exageración. Solo en las primeras semanas de junio, tres iglesias fueron bombardeadas en zonas controladas por las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), y uno de los líderes cristianos falleció por las heridas sufridas.


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Las imágenes que llegan desde El Fasher, ciudad ahora sitiada por las FAR, muestran lo impensable: altares reducidos a escombros, cruces quemadas, fieles escondidos en sótanos y pastores llorando sobre ruinas. El ejército sudanés, que lucha por recuperar la región, lanza ataques aéreos bajo la excusa de atacar zonas de interés estratégico, pero las iglesias siguen siendo el blanco más fácil... y desprotegido.

 

Huir no es opción: "Por ser cristianos, no recibimos ayuda"


“¿A dónde pueden ir los cristianos?”, pregunta Rafat. “En los campos de desplazados tampoco están seguros. Por su fe, no reciben ayuda. Y si intentan salir, pueden ser confundidos con enemigos y asesinados”.


ARCHIVO: © UNICEF/Shehzad Noorani Niños caminan hacia su refugio en un campo de desplazados internos cerca de El Fasher, capital de Darfur del Norte, Sudán. (archivo)


 

La vida de un cristiano en Sudán es una trampa mortal: si se queda, su fe lo expone al ataque. Si huye, lo acusan de traidor. Y si logra sobrevivir, lo espera el hambre. El Programa Mundial de Alimentos ya advierte que esta puede ser la mayor crisis de hambre de los últimos tiempos si el conflicto continúa.

 

Las iglesias vacías, tomadas por el gobierno

 

Aunque el ejército recuperó la capital, Jartum, y designó un primer ministro, los cristianos que están regresando no encuentran sus templos. Los edificios religiosos vacíos han sido ocupados por el gobierno o destruidos en los combates. Las congregaciones no saben si volverán a abrir algún día.


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“No sabemos qué pasará”, dice Rafat con pesar. “Hacen de todo contra la iglesia y usan la guerra como excusa. Esa es la mayor preocupación: que la persecución no termine, sino que se legalice bajo el pretexto del conflicto”.

 

Cuando todo se derrumba, la fe sigue en pie

 

En Sudán, la guerra ha tomado muchas cosas: casas, comida, libertad. Pero no ha podido apagar la fe. En medio del dolor, los cristianos oran. En las noches sin luz, susurros de salmos suben entre los campamentos de desplazados. Y aunque el enemigo bombardea los muros, no ha logrado derrumbar los corazones.


Niños dibujan escenas de guerra en las paredes de un campo de desplazados en Sudán


 

La iglesia en Sudán necesita más que solidaridad. Necesita intercesión, apoyo y acción. Porque si el mundo guarda silencio, el fuego seguirá consumiendo lo poco que queda. Hoy más que nunca, los cristianos sudaneses necesitan saber que no están solos.



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